November 17, 2024

María Zysman: “El bullying se puede dar en cualquier ámbito donde los niños estén obligados a ir”.

Author: Tiching
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Entrevistamos a María Zysman, psicopedagoga y directora de Libres de Bullying, para hablar sobre cómo afrontar el Bullying en la escuela. ¿Te lo vas a perder?¿Cómo son las relaciones entre adolescentes? 
Es importante pensar que cuando los chicos y chicas inician su adolescencia tienen que superar varios duelos, es decir, atraviesan distintas pérdidas. Una de ellas, es la de los padres de la infancia: esos seres superpoderosos que tenían una respuesta adecuada para cada problema empiezan a decepcionarlos. Es normal que esto suceda. 

¿Cómo se generan los vínculos?
Para reemplazar ese vínculo que tenían con los padres necesitan encontrarse con compañeros, o con amigos, con iguales que empiecen a tener esa influencia en ellos: que les den seguridad, que les sirvan para construir su identidad, nuevos modelos, ideales compartidos, etc.. Necesitan generar grupos y además parecerse entre ellos: se visten igual, se cortan el pelo igual, etc.. Necesitan identificarse, sus compañeros son su propio espejo. Esto siempre ha sido así. 

¿Qué otras pérdidas experimentan?
También pierden el cuerpo: ya no tienen el mismo cuerpo que tenían antes y buscan encontrar otros cuerpos también en transformación. También pierden la vida infantil y buscan autonomía. Con todas las nuevas formas de vincularse aparecen nuevas preguntas. No solo hay grupos físicos que se encuentran en escuelas, bares, en la calle, sino que también aparecen vínculos en las redes sociales. 

¿Y cómo son las relaciones en las redes sociales?
Estamos viendo cómo en estos espacios virtuales los vínculos de identidad son muy fuertes. Es un terreno donde todo puede ser probado y experimentado. 
Con las redes sociales también aparece una fuerte desinhibición: hay cuestiones que discuten en las redes pero que luego les cuesta de sostener en el cara a cara.

Esto dificulta la creación de vínculos reales, ¿no?
Vivimos en una época de mucha fragilidad, en la que lo material y la imagen tiene más peso que lo profundo. Es el mundo de las cosas, y en este mundo, los vínculos se están deteriorando. Todo lo que nos rodea tiene una caducidad corta, los objetos que utilizamos, las modas, los momentos de ocio… Vivimos en un momento en el que todo es de usar y tirar.  El adolescente, y el adulto también, busca cubrir necesidades de forma concreta: va en busca de lo que quiere, si el otro se lo puede satisfacer bien, y si no se van a buscarlo a otro lado. 

¿También las relaciones?
En un entorno en el que todo dura poco, también aparecen los vínculos “de usar y tirar”, en los que al otro se le puede hacer cualquier cosa y donde el otro pierde esa esencia de persona, donde hay poca mirada de lo que le pasa, poca empatía… No sabemos qué hacer cuando nos encontramos con alguien que está sufriendo.

¿Es lo mismo el acoso escolar y el bullying?
La traducción de bullying sería hostigamiento entre iguales de forma sostenida en el tiempo, de forma sistemática e intencional. Nosotros no utilizamos el término de acoso escolar porque en las instituciones educativas hay muchas situaciones de acoso que no se ajustan a la definición de bullying: pueden ser casos puntuales, pueden darse entre adultos, etc.. Hay personas que no saben vincularse a otras, que tienen torpeza social y pueden hacer que el otro se sienta acosado porque persisten en la búsqueda de la relación.  
El bullying es otra cosa. Quien decide hacerlo tiene una gran influencia sobre sus compañeros para que le sigan y le apoyen. 

¿Cómo se define alguien que hace bullying?
Es alguien que intencionadamente quiere humillar a otro y lo hace de forma premeditada. El bullying se puede dar en cualquier ámbito donde los niños estén obligados a ir, no necesariamente entre los muros de la escuela. Solo si hay un vínculo y una relación que se puede sostener, podemos hablar de bullying, sino de lo que hablamos es de situaciones de conflicto, o como mucho de situaciones de abuso de poder, pero ocasionales. Es necesario que exista un desequilibrio de poder y esto lo da el grupo de pares y la ausencia de intervención adulta. 

¿A qué se refiere?
Alguien hace bullying porque lo puede hacer, porque le dejan, porque no hay nadie que le diga que no lo puede hacer. De nada sirve que los adultos digamos a los chavales y chavalas que pidan ayuda si luego nadie atiende esa llamada.

¿Cómo deben afrontar los centros educativos estas situaciones?
El trabajo en las escuelas se divide en partes. En primer lugar hay que trabajar en prevención. Esto no se traduce en una clase semanal de prevención: aquí lo que es importante es que en la escuela exista un espacio para las palabras, para compartir opiniones contrarias, para la diversidad. Si esto no existe lo más probable es que aparezca el bullying con mucha fuerza. En las escuelas en las que fluye la diversidad y la educación emocional el impacto del bullying es mucho menor. Trabajar la prevención en vínculos, en diálogo, en espacios libres de discriminación, poner palabras, etc.. 

¿Qué impacto tienen las redes sociales en los conflictos?
Las redes sociales desinhiben mucho y además hacen que los conflictos no terminen. Antes, cogías vacaciones y podías estar desconectado de todo aquello tóxico durante los meses de vacaciones. Ahora es imposible.  
 ¿Cómo sabemos si en el entorno educativo alguien está padeciendo bullying?
Se detecta rápidamente porque las actitudes delatan a quien lo sufre. Vamos a ver niños y niñas que cambian su forma de estar, que cambian su mirada, callados, disruptivos. Dar una respuesta inmediata a esto limita nuestra capacidad de pensar. Cuando lo detectamos lo que tenemos que hacer es abrir un espacio de preguntas, y aquí también es muy importante la discrecionalidad y la confidencialidad. Tenemos que abordar esto de forma privada sin exponer a nadie a la humillación. 

¿Qué más consejos daría a la hora de abordarlo?
Es importante darle entidad al sufrimiento de alguien, no se puede minimizar el dolor. Muchas veces se les desprecia, se le pide que se haga el fuerte, pero a veces se nos olvida que cuando estás solo ante un grupo muy poderoso, es difícil poder instrumentalizar todas tus herramientas, si es que las tienes. Nosotros proponemos que en lugar de hacer hincapié en la autodefensa, tenemos que enseñar a los niños y jóvenes a no atacar. En tanto que disminuyan los ataques, las personas vamos a poder desarrollarnos de mejor manera. Aquí también entran en juego los espectadores de las situaciones injustas y abusivas. Hay que enseñar a empatizar y a ponerse del lado del despreciado.

¿Qué pasos se pueden seguir ante un caso de bullying?
No hay una fórmula mágica. La palabra confidencialidad tiene que guiar todas nuestras acciones, es importante. Insistimos también en hablar de personas “en situación de víctima” en vez de hablar de “víctimas” porque esta segunda etiqueta le quita posibilidades de acción. Esta persona es la primera que debe ser escuchada, darle confianza y esperanza. Y actuar de forma inmediata. Hay que evitar hacer sentir a esta persona culpable de lo que está pasando, nadie que está en una situación de abuso lo ha buscado. Y por último, tenemos que pensar los recorridos posibles, hay que ver qué escuelas tienen recursos, cuáles hay fuera, hay que ver qué implicación de las familias podemos esperar.

Dices que no hay fórmulas mágicas…
Obviamente, hay un camino que es el ideal, que es como nos gustaría que se resolviera, y luego está el camino real, que siempre presenta obstáculos. Nosotros siempre buscamos que la persona que generó ese bullying pueda darse cuenta del sentido que tenía para el agredido, que pueda pensar, reflexionar sobre qué buscaba con esas acciones y que pida disculpas sentidas. Es importante que entienda el sufrimiento que ha generado y que esto no se convierta en un mero trámite. 
A su vez, es importante que el que fue agredido pueda también disculpar al agresor, porque sino se queda en un mundo de rencor, de búsqueda de venganza, etc. Esto, sería lo ideal, pero en la realidad esto ocurre pocas veces.

¿Qué ocurre con más frecuencia?
Vivimos en un mundo lleno de orgullo, donde las familias muchas veces no quieren que nadie dé el brazo a torcer o justifican mucho a sus propios hijos. En el trabajo cotidiano tiene que estar involucrada toda la institución educativa. Hasta hace unos años, las escuelas consideraban que todo lo que iba más allá de las paredes de la escuela le correspondía a otro. 

¿Esto ha cambiado?
En Argentina sí, cuando aparecieron las redes sociales. Al principio las escuelas siguieron considerando que lo que pasaba allí estaba fuera de su competencia. A su vez, los padres empezaron a considerar que esto sucedía dentro del horario escolar. Ahora unos y otros se han dado cuenta que esas paredes que creían que existían en realidad no están. Aquello digital nos compete a todos. Es importante dejar de hablar de culpas y empezar a hablar de qué es lo que puede aportar cada uno.


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