November 18, 2024

Los efectos psicológicos de la cuarentena en los niños – ¿Qué podemos hacer?

Author: Manu Velasco
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Artículo escrito por Liliana Kaufmann.

Como ustedes ya saben, el coronavirus ha sido declarado por la OMS una pandemia y afecta a más de 100 países. Estamos viviendo tiempos desoladores atravesados por el distanciamiento social, donde el sentido íntimo de la existencia parecería ser sobrevivir al insoportable presente. Nos sentimos acorralados por el aislamiento y la falta de contacto corporal.

Los especialistas aseguran que el aislamiento social produce efectos psicológicos en los adultos y en los niños, cualquiera sea su condición. Sin embargo, los niños cuentan con menos recursos para afrontarlos. Ante esta nueva situación es importante protegerlos para que se sientan contenidos y seguros.
En los niños la falta de contacto social producto de la cuarentena que estamos atravesando, dispara diferentes emociones:
Miedo, entre otras cosas por la sensación de vulnerabilidad que perciben en los padres. Para que esto no ocurra los padres tienen que mantenerlos informados hablando con tranquilidad e imaginando lo que van hacer luego de que haya finalizado la necesidad de estar en casa. Es importante poder limitar el tiempo en el que se hable delante de ellos sobre lo que está ocurriendo y sus consecuencias.
Frustración, ante la pérdida de la libertad: “no puedo hacer lo que estaba acostumbrado”, “quiero salir y no puedo”. En esos casos hay que tratar de generar nuevos focos de interés por ejemplo, enfrentándolos a nuevos desafíos, etc.
Enojo, si experimenta la sensación de que las prohibiciones que reciben son injustas. Muchas veces escuchar historias donde los personajes experimentan sus mismas emociones cuyo final sea la resolución de las mismas los ayuda a proyectar sus vivencias y elaborarlas.
Desorganización, por la imposibilidad de continuar con su propia rutina. Proponer un esquema de plan de actividades para el día y luego ir tachando las que fueron realizadas y contar las que faltan suele dar un sentido a las acciones de la jornada y propone ciertos bordes a la sensación de caos interno que se experimenta cuando todos los días transcurren de la misma manera. Es esencial mantener los horarios del sueño, las rutinas, vestirse, comer, bañarse, es decir, organizar los ciclos del día. 


Aburrimiento, cuando se acaban los divertimentos que tienen a su alcance. En esos casos, compartir las actividades de limpieza y orden de la casa, realizar actividad física junto a sus padres, quienes también necesitan moverse para preservar la salud, colabora con la distracción. También se pueden utilizar medios de entretenimiento digital, sin estar excesivamente preocupados por el tiempo de su exposición, dado que se trata de una situación transitoria.
Tristeza, por la ruptura de la cotidianidad y alejamiento de seres queridos (familiares, amigos, maestros). Es conveniente mantener a través de las redes sociales aquellos contactos que den contención emocional, familiares, amigos, compañeros del colegio, docentes.
Ansiedad, en relación a la incertidumbre. Es fundamental incentivarlos a que hablen de lo que les pasa para que los padres puedan identificar lo que les sucede y ayudarlos a afrontar mejor la situación.
En casi todos estos casos puede ser que los niños busquen formas de huir de la realidad y se muestren apáticos, ensimismados, inflexibles, irritables, desatentos, con pocas posibilidades de sostener juegos o rutinas. Es imprescindible que los padres tengan conductas flexibles y que ejerciten la tolerancia con ellos.
Al mismo tiempo, se renuevan con esfuerzo y creatividad formas de comunicación que ya estaban en nuestras vidas (las redes sociales) muchas veces bajo la metáfora de producir formas de alienación y de des subjetivación. Noten que se produce una contradicción entre esas críticas y las recomendaciones actuales de mantenernos comunicados por las redes sociales. Es en el interior de estas contradicciones que tenemos que ir encontrando nuevas formas de construcción del tejido social. 
Los niños con condiciones del espectro autista también se ven afectados por la imposición del aislamiento social. Si bien algunos muestran cierta tranquilidad al no tener que salir de la casa, también extrañan sus rutinas y a las personas con las que establecieron relaciones de apego. Porque la rutina de la vida diaria es con otros y son esos otros los que le garantizan el orden que los organiza. 
Un ejemplo revelador de esa necesidad lo advertí en comentario de una madre cuyo hijo habla muy poco y repite algunas palabras con poca con función comunicativa. Sin embargo, a los tres días de la cuarentena salió al balcón de su casa y comenzó a pronunciar en voz muy alta el nombre una compañera de su clase.
Recordemos que no todas las familias son como las que muestran los videos que circulan que tienen tiempo y recursos para convertirse en animadores infantiles, docentes o celadores del bienestar de los niños. Recordemos que hay familias preocupadas y angustiadas por la situación económica o de salud. Recordemos que hay familias que necesitan de un andamiaje terapéutico para sostener en forma emocional a sus hijos. Frente a esto hay que mostrarse disponibles para que nos consulten cuando lo necesiten y ayudarlos a no sentirse exigidos en transformarse en algo que no son.
Es importante saber que nuestro pensamiento no está en cuarentena y que cada uno en su singularidad puede colaborar para conquistar nuevas formas relacionales.
Liliana Kaufmann*
*Doctora en Psicología (UCES), Lic. en Psicopedagogía (USAL), Fonoaudióloga (UBA). Especialista en autismo y otros trastornos en el desarrollo. Capacitadora en diferentes ámbitos nacionales e internacionales. Presidenta de la fundación “Juanita B.” Por la inclusión personas con autismo. Directora de R.Ed.Es, “Área de capacitación a distancia de “Juanita B.” (Inscripción IGJ Nº1515870). Publicó libros como autora, Soledades. Las raíces intersubjetivas del autismo. Bs As, Paidós Ed.2010 y otros en colaboración. Publicó artículos en revistas científicas nacionales e internacionales.
MATERIAL DE CONSULTA: Ministerio de Salud de la Nación, Organización Mundial de la Salud (OMS), Facultad de psicología (UBA).