Gamificación y ABJ, dos modelos diferentes inspirados en el juego
Author: EDUCACIÓN 3.0
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En tiempos en los que la innovación se ha convertido en el motor de cambio de un modelo educativo aquejado de los achaques lógicos de la edad, los profesionales de la educación tenemos que convivir a diario con un bombardeo de siglas y nuevas metodologías que, bien por tratarse superficialmente, o bien por no estar convenientemente explicadas o contrastadas, generan escepticismo y confusión en un gran porcentaje de docentes.
Las redes sociales en general, y Twitter en particular, se han convertido en el punto de encuentro natural de lo que ha venido a denominarse el #ClaustroVirtual, hashtag con el que se han autodenominado los profesores que comparten recursos, ideas y noticias en esta red y que cada día genera interesantes debates; muchos de ellos girando en torno a la conveniencia o no del uso de estas nuevas (y no tan nuevas) metodologías en el aula.
Gamificación y ABJ no son lo mismo
Uno de los debates más controvertidos es el que se establece en torno al empleo del juego como recurso educativo, que genera afectos y rechazos a partes iguales, citando a la gamificación como el máximo exponente de esta variante pedagógica.
Muchos de los detractores de la gamificación con los que he podido compartir reflexiones virtuales argumentan que es una metodología que invierte demasiado tiempo en que los alumnos jueguen en el aula y que genera un “coste de oportunidad” demasiado alto en relación a la significatividad del aprendizaje que genera. Este argumento, junto con otros que pasaré a detallar a continuación, tienen mucho más que ver con el aprendizaje basado en juegos (ABJ), una metodología que poco o nada tiene que ver con la gamificación pero que, dada la relación de ambas con el mundo lúdico, a menudo se confunden y se mezclan.
Diferencias entre la gamificación y el ABJ
Mientras que el ABJ se basa en la utilización de juegos adaptados al contenido que el docente quiere trabajar en el aula (currículo), que bien pueden ser adaptaciones de otros ya existentes o de creación propia, la gamificación se sirve de estrategias propias del mundo lúdico para actuar a nivel de la motivación de los alumnos: el uso de narrativas, puntos, ránkings, cartas, recompensas, etc.
La primera y más evidente diferencia es que el ABJ es una metodología que implica un cambio tanto en la propuesta didáctica que el docente dispone en el aula como de los materiales pedagógicos empleados para el acceso de los alumnos al contenido. La gamificación, por el contrario, es una técnica y no una metodología, en el sentido de que no exige un cambio metodológico por parte del docente sino más bien la utilización de una serie de recursos cosméticos (en el buen sentido) que hacen que la materia y el aprendizaje resulten más atractivos para el alumno.
La gamificación: compatible con cualquier metodología
Es, por tanto, imprescindible combinar en paralelo la gamificación con cualquier metodología, la que cada docente elija en cada momento, ya que ésta es la que garantiza el aprendizaje. La gamificación solo aporta la gasolina extra que en muchos momentos del curso escasea.
Un docente puede comenzar a gamificar una asignatura completa sin dejar en ningún momento de hacer clase magistral ni utilizar los recursos o materiales que ha empleado en cursos anteriores. Incluso sin jugar a nada durante todo el curso. Esto es mucho más complicado si empleas ABJ como método, ya que sí exige variar el enfoque metodológico de tus clases y se basa en el juego como recurso didáctico central.
Como decía, son varios los argumentos que los detractores de la gamificación utilizan que en la realidad serían atribuibles al ABJ. Uno de los más leídos es que a través de los juegos solo consigues que los alumnos se diviertan pero en realidad generan poco aprendizaje. Sin entrar a valorar si esto es o no cierto, esta crítica deja de ser válida cuando se aplica a la valoración de una gamificación, ya que como he mencionado anteriormente, es una técnica que siempre ha de estar soportada por una metodología de base, que es la que realmente conduce al aprendizaje, pudiendo no emplear el juego ni una sola vez a lo largo de todo un curso.
Si, después de utilizar técnicas de gamificación, los alumnos no consiguen aprender, incluso estando motivados, lo que habría que entrar a valorar es la eficacia de la metodología que se ha empleado para enseñar, así como los materiales y recursos de evaluación utilizados.
En conclusión, gamifiques o no, utilices o no utilices ABJ, lo importante es tener claro el propósito y los objetivos que quieres alcanzar, asegurar el cumplimiento del currículum y la consecución de los objetivos de aprendizaje mediante herramientas de evaluación rigurosas y, si encima los alumnos esperan tus clases con ganas y se divierten, habrás generado en ellos una experiencia que recordarán durante toda su vida.
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