Celaá sacamelaá
Author: Jordi Martí
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Cuesta ser educado cuando, al igual que sucedió con la anterior Ley, otro personaje cuyas posaderas han acabado dirigiendo la Educación de este país, quiere dejar de nuevo su imprenta en el salón del despropósito educativo. Bueno, que dirija lo que le dé la gana porque, al final, por suerte -y por desgracia- nada de lo que se ha propuesto en todas las leyes anteriores ha acabado cuajando en las aulas. La legislación educativa es para saltártela. Ya si eso matizamos qué es saltable y qué no pero, a día de hoy, la práctica totalidad de docentes está hasta sus partes de articulados legislativos, burocracia infinita y decisiones ideológicas. Coño, que lo único que necesita esta sociedad es algo mucho más sencillo pero, al final, siempre queda muy bonito jugar a “estos me votan y voy a hacer una ley para los míos incluso que yo, tal y como hice con el confinamiento, me lo pueda saltar porque los vascos -en este caso vascos, pero podría haber sido incluso un murciano- hacemos los que nos rota”.
Celaá no es peor Ministra que sus predecesores. Tenemos una tónica general de señoros y señoras que han ocupado ese cargo que, sin excepciones, no han acabado progresando adecuadamente al finalizar su mandato. Además, la lista de leyes educativas ya es más larga que la de los Reyes Godos. Ataúlfo haciendo solitarios con la LOGSE y Gundemaro jugando desde el infierno con la LOMCE. Es que vaya pandemónium. Vaya despropósito, tanto en minúsculas como en mayúsculas y tipografía comic sans.
La clave de la mejora educativa no pasa por más leyes. La mejora educativa empieza por mejorar la formación del profesorado de manera exhaustiva y alejada de las chuminadas campestres que, por lo que se ve, están triunfando entre parte del colectivo. Bueno, empieza por mejorar el proceso de formación inicial, el sistema de acceso a la docencia, las ratios, el currículum (sobran asignaturas), las infraestructuras, la competencia digital (tanto del profesorado como de las familias)… y así hasta un largo etcétera de cuestiones. Acabar con la segregación escolar no necesita leyes. Simplemente necesita inspectores que inspeccionen y administración que sancione. Con la Ley en la mano -y no me refiero a la educativa- la segregación está prohibida. Al igual que el adoctrinamiento en las aulas. Por cierto, en Francia, tan laica y tan moderna, también se adoctrina. No es un modelo que tampoco me sirva de mucho. El finlandés, por cierto, se lo regalo a los finlandeses. Aquí necesitamos un modelo que aúne lo mejor, basado en criterios científicos y pedagógicos. Y entendamos pedagógico no lo que dicen esos que se denominan pedagogos sin serlo, sino algo que dicta el sentido común y la gente que sí que sabe de didáctica escolar, de gestión educativa, de evolución del alumnado -tanto física como psicológica-, etc. Por cierto, excluir a los gurús, más allá de dejarles su espacio en los medios para que puedan sobrevivir, sería muy sanote.
Hasta el momento en que todo el debate educativo gire en cuestiones transversales como la concertada, la religión o si se aprueba con más o menos asignaturas suspensas, estamos perdidos. Bueno, servirá para sacar a algunos a la calle (ahora toca los de un lacito y antes tocaba a los de una camisetita), llenar ríos de tuits y artículos “sesudos” en los medios o, simplemente, para que los docentes y el alumnado sigan haciendo lo de siempre porque, al final, gracias a pasarse las leyes educativas por el arco del triunfo aún tenemos un sistema educativo que, con todas sus pegas, va tirando.
He puesto un título que rima… Celaá sacamelaá. Bueno, yo hubiera preferido que no la sacara porque, sinceramente, la LOMLOE me parece algo que, al final, solo sirve para que los cuatro palmeros de tu partido aplaudan y que los otros se cisquen en esa Ley. Por cierto, tanto los hijos de Celaá, como los que la critican, van a estudiar (o lo han hecho) en el mismo tipo de centros educativos y van a tener oportunidades que todo hijo de vecino no va a tener. Es lo que tiene legislar para el pueblo sin considerarte parte del pueblo. Y no solo hablo de educación.
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