¿Gamificar el aula? Ni de coña
Author: Jordi Martí
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Si por usar ClassDojo, crear juegos molones o, simplemente hacer cazas del tesoro o escape rooms como si no hubiera un mañana, crees que estás gamificando tu aula, lamento decirte que ¡ni de coña! Además, voy a afirmar en este post que, de cada cien docentes que dicen que establecen dinámicas de juego con su alumnado, pondría la mano en el fuego que, como mucho, puede haber uno o un par de ellos que realmente están usando bien la gamificación. Y esta afirmación tiene una explicación muy sencilla. Una explicación bajo la que subyace el sentido de los juegos o de sus dinámicas para la mejora del aprendizaje.
Si un docente no sabe de teorías de juego o tiene capacidad para realizar simulaciones matemáticas de mediana complejidad, nunca podrá decir que está gamificando bien su aula. Estará haciendo chapuzas que, pueden ser más o menos divertidas o que, simplemente, le permitirán salir en algunos medios de esos en los que publican “todo lo molón que se está haciendo en algunas aulas”. Especialmente si tiene seguidores en las redes sociales. Más allá de lo anterior, no va a tener ningún sentido. Usar premios y castigos (en formato muñecos digitales o en una simple libreta), para cualquiera con dos dedos de frente y un poco de conocimiento de pedagogía, está claro que no sirve para aprender. Y, tal y como he dicho antes, hay muy pocos docentes capaces de entender la teoría de juegos y realizar esas simulaciones complejas previas a cualquier intento de gamificación. Otra cuestión es que hagan otras cosas diferentes, jueguen con su alumnado o, simplemente, se dediquen a pasar el rato con juegos de mesa más o menos apoyados por lo digital.
El bastón y la zanahoria, como he comentado anteriormente, es una estrategia de modificación de conducta pero nada tiene que ver con el uso del juego como herramienta para mejora del aprendizaje. Tampoco sirve la creación de una ficción en la que el alumnado forma parte de una nave intergaláctica o el repartir cartas en la que se otorgan diferentes valores, en cuanto a las posibilidades de la chavalería, que pueden ser intercambiados o mejorados según vayan desarrollando una aventura. Repito… no es malo jugar en el aula. Menos aún a ciertas edades. Otra cuestión es el sentido de lo anterior y la confusión de mezclarlo con un método de aprendizaje eficaz. Un método que requiere meses de diseño, por parte de un equipo (o alguien muy experto en probabilidad, análisis estadístico o gestión de datos) y que, sinceramente, está muy alejado de esas ideas que tienen muchos docentes de “vamos a hacer esto porque lo hacen otros y es chulo o va a captar la atención de los que tengo delante”. Captar la atención no es aprender. Tenerlos haciendo cosas divertidas no es aprender. Jugar por jugar no es aprender. Es algo de lógica aplastante que, al final, nadie sabe el porqué se olvida en muchas ocasiones.
Al igual que digitalizar la clase no es poner el libro de texto en pdf añadiendo algún vídeo de YouTube que otro o, simplemente traducir un texto a Genially, gamificar el aula es mucho más que poner un juego, una herramienta para dar recompensas o diseñar, adaptando algo que les llame la atención, para que se lo pasen bien. Eso sí, es mucho más fácil hacer lo anterior que leer investigaciones sobre el desarrollo de la teoría de juegos, realizar simulaciones matemáticas de cómo va a afectar esa introducción de esas herramientas/juegos o, simplemente, plantearse las diferencias que hay entre lo que se va a hacer (que va a exigir muchísimo esfuerzo) y lo que puede ser relevante para el aprendizaje. Eso sí, seguro que mola mazo pero, por desgracia, que algo mole mazo no está relacionado con el aprendizaje.
Si queréis jugar, dad una caja de cartón a los chavales y que dejen volar su imaginación. Si queréis gamificar un aula, por favor, diseñadlo bien y contad con el asesoramiento de expertos. Que haber, haylos. Pocos, pero se pueden encontrar. Y, en ocasiones, alguno podéis encontrar en algún curso de formación aunque, entre tanto vendedor de divertimento sin sustancia, cuesta separar el grano de la paja.
Por si preguntáis… no, yo no tengo ni idea de gamificación. Podría ponerme a revisar mis conocimientos de teoría de juegos pero, lamentablemente, a estas alturas de mi película profesional me falta tiempo 😉
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