October 3, 2024

Innovación y Barbarie (Cápsula 4.1) Entornos del futuro

Author: Alejandro Piscitelli
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Nota Bene Esta cápsula como todas las anteriores ha sido redactada en forma conjunta por quien suscribe y Julito Alonso, coautor pleno de esta obra conjunta

4. DISEÑAR

Quienes producimos y nos beneficiamos de la cultura masiva descentralizada trabajamos de forma muy diferente a como opera el imprint organizaciona. Ya sea en las instituciones educativas, en el terreno laboral e incluso en el campo de la profesionalización del tiempo libre, fenómenos inesperados e inexplorados invocan nuestra atención.

Casos como el agotamiento del trabajo transmutado en empleo devaluado; la contaminación del espacio laboral por la hiperconectividad en ausencia de una libido personalizada; la estetización progresiva de todos los productos; la amenaza creciente de una internet de las cosas (IoT por sus siglas en inglés) con inteligencia apalancada en la idea de una categoría de humanos de segunda .

Este contexto nos exige nuevas formqas organizar el trabajo, que asociamos a las bandas creativas y a un diseño que abandona definitivamente los esquemas de comando y control (aún vigentes), y los suplanta por organizaciones de diseño que ven en toda experiencia o servicio un ofrecimiento (affordance) a optimizar.

Es en ese sentido que el diseño, al igual que la innovación, aparece como concepto desgastado y sobrecargado en aras a una cualidad que solo poseen ciertos objetos. Sumado a ello, numerosas propuestas, como el aprendizaje basado en proyectos o el pensamiento proyectual, se han incorporado en procesos tanto educativos, empresariales y gubernamentales, olvidando en ocasiones las miradas más tradicionales de los diseñadores y buscando, nuevamente con la innovación, un efecto rápido y poderoso de solucionismo tecnológico (Morozov, que no permita comprender los tiempos que conllevan efectivamente los diseños.

En este capítulo intentaremos hilar un recorrido, para repensar estos procesos innovativos sociotecnológicos en términos de los imaginarios y narrativas que surgen de los entornos del futuro, los habitantes que merodearán los mismos, como así también las posibles organizaciones que funcionen en términos de un estado eficiente. Todo esto vinculado a la idea de la posibilidad de diseñar liderazgos a medida,problematizando los modelos Top Down y Bottom Up que lo preceden.

Simplificar el diseño no es el camino, aunque complejizar su mirada al extremo traicionaría sus visiones, por lo que nos sumergimos en un espacio en el que ninguno de los dos que aquí escriben es experto, pero que la experiencia de haber establecido conversaciones, ideas, cursadas y proyectos con muchas y muchos de los que sí saben a lo largo de estos años, puedan darnos las branquias barbáricas necesarias para establecer ciertas ideas y, por qué no, también problemas (Baricco, .

4.1 Entornos del futuro

El 80% de la población mundial, que se ha duplicado desde el año 1967, alcanzando en 2018 a las 7.7 billones de personas, vive en zonas urbanas. Las ciudades devenidas en megalópolis se están convirtiendo en tan insalubres como los propios lugares de donde provienen los migrantes y hoy contamos en el mundo un total de ocho ciudades con más de veinte millones de habitantes.

Paradojalmente, las ciudades son los espacios más creativos imaginables posibles debido a la densidad de neuronas, estímulos, problemas e interconexiones que tiene la ciudad en su seno, convirtiéndolas en los entornos habitables más sanos, verdes y ricos tanto en términos culturales como económicos que podamos imaginar. (Edward Glaeser, 2012).

Pero ello no basta para que importantes elementos tóxicos no las estén contaminando al punto de eventualmente estrangularlas: el automóvil, los procesos de gentrificación y el uso asimétrico del espacio, han generado y profundizando desigualdades considerables. Cabe mencionar los casos donde el turismo extractivo y expoliador expulsa a los nativos de sus ciudades como Venecia o Barcelona (Garces, 2017 Sassen, 2015).

¿Cómo podemos imaginar entornos del futuro que recuperen la vitalidad de las ciudades? ¿Es posible pensar en una escala (entre uno o dos millones de habitantes) que prescinda del sistema de transporte actual? Si un coche autónomo podría sustituir a veinte vehículos convencionales, ¿como podrían ser los espacios móviles de automovilidad (automobility moving spaces)?

4.1.1 De los futuros posibles (futuribles) a los futuros deseables (futurables)

A fines de los años ’50 dos autores emblemáticos como Gastón Berger y Bertrand De Jouvenel crearon el Centro de Estudios Prospectivos (1957) y la red de estudios de futuro Futuribles (1960). En ese marco se generaron distinciones como “futuribles”, es decir, escenarios tendenciales, y “futurables”, escenarios más normativos o deseables, que indicaban no tanto futuros sin sorpresa, cómo continuación del presente, sino una panoplia de mundos futuros deseados.

A lo largo de los últimos cincuenta años la prospectiva, disciplina que engloba los diseños de futuros, ha pasado por distintas etapas: ha generado asociaciones mundiales como la WFS (World Future Society) (1957); ha dado lugar a informes mundiales apocalípticos como Los límites del crecimiento del MIT (1972) publicado poco antes de la crisis del petróleo por Donella Meadows et al; e incluso generando espacio para los desvaríos de Herman Kahn, miembro de la Rand Corporation, quien publicó en 1960 Acerca de la guerra termonuclear y en 1967 el famoso informe El año 2000.

En el interín llegamos a la luna y nos bajamos rápidamente perdiendo de vista a Marte en el camino. El petróleo se disparó y jugó al sube y baja a lo largo de décadas hasta llegar a hoy, cayó el muro de Berlín y Alemania se hizo poderosa hasta que la inmigración masiva la extravió, la Unión Soviética se disgregó hasta que Putin empezó a dar puntadas para coserla con su formato imperial pre-Glasnot, anexando de paso a Crimea y histigando sin cesar a Chechenia. El PBI mundial creció exponencialmente y hoy ronda los 80 billones de dólares, pero la desigualdad no fue nunca más grande que hoy (2017).

Por suerte, y sin caer en dualismos, neo-iluministas autores como Steven Pinker, Hans Rosling, Max Roser y Peter Nordberg postulan futuros a 20, 50 o 100 años vista sumamente positivos y a veces con expresiva mejora respecto del presente y del pasado. Por otra parte, la existencia de herramientas computacionales distribuidas, Big Data y más recientemente el Deep y Machine learning permiten imaginar futuros posibles y factbles cada vez más ricos y complejos abriendo paso a las ciencias sociales computacionales (Barabasi, 2018).

Ello no significa que habrá una pax mundial a corto plazo, ni que conflictos y diferencias ancestrales no mantengan abiertos muchos horizontes beligerantes que nos dejan un sabor agridulce. Por esa razón, ¿cómo pensar/diseñar los futuros? ¿Qué preguntas debemos hacernos para generar imaginarios que nos permitan instanciarlos, equidistantes del presentismo apocalíptico (Rushkoff, 2013, Harari, 2018)?

4.1.2 ¿Futuros para cuántos?

La frase de William Gibson describe con terrible precisión el punto de partida totalmente asimétrico que existe en el mundo cuando de diseñar futuros comunes/compartidos se trata.

Porque si bien es cierto lo que exponen los neo-iluministas y visualizado en sitios como Our World in Data de Max Roser, efectivamente en muchos indicadores globales como salud, alfabetización y sistemas políticos nos encontramos mejor que nunca. Entre las novedades que nos trae este siglo nos encontramos con un futuro femenino, donde si se llega a alcanzar una paridad laboral entre el hombre y la mujer, el ingreso per cápita podría incrementarse en un 12% durante los próximos 20 años.

Como contrapartida, una enorme porción de la población vive en condiciones lamentables (al nenos el 10%, o sea cerca de 800 millones de personas) y no hay certeza de que escenarios continuistas/voluntaristas como los que pregonan los organismos de las Naciones Unidas, Banco Mundial, Banco Central Europeo o la Reserva Federal de Estados Unidos no sean algo más que una retórica bien pensante, como bien señala Deaton (2015).

En su obra, el premio Nobel en Economía de 2015 relata cómo los avances tecnológicos y acuerdos entre organizaciones mundiales han ayudado al crecimiento de las naciones, aunque en última instancia solamente las que pueden pagarlo son quienes se benefician. Incluso, arremete contra los programas de ayuda internacional en los países en desarrollo, debido a que no permiten su crecimiento genuino. Yendo al extremo, Deaton sugiere que estos programas deberían dejar de existir.

Opuesto a estas ideas se encuentra Bill Gates, quien si bien recomienda y enfatiza la lectura obligatoria del (como tabién muy especialmente el póstumo de Hans Rosling, 2018), impulsa a que las personas lean también otros textos que permitan entender los beneficios que generan los planes sociales en los países como el de Charles Kenny “Getting Better” (2012). Si bien las intenciones de Gates son claras debido a los programas de vacunación en los que participa con la Fundación Bill y Melinda Gates en países como África, la discusión no tiene mucho más vuelo que el desgastado dilema de dar pescado o enseñar a pescar.

El trabajo y los avances tecnológicos nos permitirán complejizar más esta disyuntiva, pero nos parece necesario entender que los futuros maravillosos e inesperados emergen cada día con más fuerza, sólo que dificilmente tocarán con su varita mágica a la mayoría de los países del mundo, discursos a un lado.

4.1.3 Futuros perversos

Para C. West Churchman (1967), un problema perverso (wicked problem) es un problema que se presenta como difícil o imposible de resolver debido a la dificultades en cuanto a reconocer los elementos necesarios para hacerlo, ya sea por su falta, contradicciones o por su mutación. Por perverso / wicked denotamos la resistencia para resolverlo. Otra posible forma de encararlo es pensar al problema cuya complejidad social implica que no existe un punto probable de freno o cierre. Incluso, debido a estas complejidades y yuxtaposiciones, el esfuerzo de resolver uno de sus aspectos podría revelar o crear otros problemas.

En este sentido, Timothy Morton (2018) complementa la “maldad” con la dimensión de la “Ondulación temporal” para analizar a los Hiperobjetos dado que los procesos analizados presentan “momentos” históricos que cedibujan los contornos del objeto. A medida que recortamos algo, más y más objetos o procesos aparecen.

Esta forma anti reduccionista (Ito & Howe, 2016) de diseñar el futuro, iniciada por Horst Rittel (1973), nos pinta un futuro negativo, dado que la mayoría de los problemas sociales, como la desigualdad, la (in)estabilidad política, las muertes por enfermedades o incluso la hambruna son “problemas perversos”, que no pueden ser “arreglados“. Ello no implica que no podamos pensar en fomentar entornos que nos permitan mitigar los efectos negativos de estos problemas proyectando trayectorias socialmente beneficiosas.

Para Rittel donde se falla de manera frecuente, es en el foco y la escala. Mitigar problemas se presenta a veces por la mayoría de los solucionistas tecnológicos (como critica Morozov, 2016) como algo ágil y rápido que puede hacer alguien solo de manera emprendedora. Pero para Rittel el diseño de impacto que implique cambios radicales necesita una proyección en el tiempo metódica y rigurosa.

El atajo fácil es imaginar que la mayoría de los problemas perversos se pueden eliminar cambiando totalmente el sistema que los produce, pero también es cierto que las condiciones materiales de producción de los sistemas nuevos parten de historias preexistentes, y lo que opera siempre es una combinatoria de elementos efectivos y otros que no lo fueron pero formados como eslabones de nuevas iteraciones.

La historia no es nunca barajar y empezar de nuevon sino recombinar, remixar, reinventar, “cut y paste”. La avalancha de diseños que se expandieron en las últimas décadas (incluyendo los contraintuitivos como adversorial, crítico, especulativo, etc) puedan quizas corregir o invertirmuchas tendencias “malditas”. Pero avanzar por este desfildero es imposinle sin antes pasar por un lugar común, el sistema considerado maestro: el capitalismo.

4.1.4 ¿Hay vida después del capitalismo?

Este apartado también se podría haber llamado Crítica del capitalismo (o de la vida cotidiana en el capitalismo hiperavanzado), dado que todas nuestras observaciones previas del mismo tienen lugar dentro del sistema de acumulación capitalista que rige a (casi) todos en el mundo.

El capitalismo occidental ya tiene cinco siglos de vida como modo de producción, un período corto relativamente si lo comparamos con el feudalismo o el modo de producción asiático. Dado que aún los imperios más poderosos de la antigüedad, no sólo los europeos o asiáticos, sino los americanos como las civilizaciones pre colombinas, sucumbieron después de siglos o centenares de años, parecería que una ley de la entropía política aplica a todos los regímenes en todas las épocas (Diamond, .

La interconexión entre la producción de valor económico y las tecnologías de la información es transitada de manera compleja por Berardi (2013) con su concepto de semiocapitalismo.

Semiocapitalismo es el modo de producción en el cual la acumulación de capital se hace esencialmente por medio de una producción y una acumulación de signos: bienes inmateriales que actúan sobre la mente colectiva, sobre la atención, la imaginación y el psiquismo social.

Gracias a la tecnología electrónica, la producción deviene elaboración y circulación de signos. Esto supone dos consecuencias importantes: que las leyes de la economía terminan por influir el equilibrio afectivo y psíquico de la sociedad y, por otro lado, que el equilibrio psíquico y afectivo que se difunde en la sociedad termina por actuar a su vez sobre la economía.

Hoy por hoy esta versión del capitalismo se basa, entre otras cosas, en explotar la economía de la atención (Rifkin, 2002) el último reducto que nos queda por vender / comprar / adquirir. En otros términos, la ¿última? mercancía que faltaba comercializar era el silencio. En estos términos, es fácil entender la proliferación de los espacios privados / VIP, o de descanso, o la aceleración de los trámites e incluso la aparición de las “Paywall” y/o “Skip Ad” como antesala del consumo de cualquier producto / video en línea.

Jeremy Rifkin (2014) en la “sociedad del costo marignal cero”, plantea un espacio en donde en el futuro (muy próximo), a partir de la Internet de las Cosas (xxx) y dispositivos como las impresoras 3D (Anderson, 2013) los consumidores producirán servicios y productos de manera autónoma , al igual que sus propios espacios de aprendizaje.

Al bajar los costos en vez de intercambiar propiedades en el mercado, pasaremos a acceder masivamente a servicios colaborativos en términos de una economía de la abundancia (Diamandis, XXX). Si bien este futuro parece promisorio, al igual que a muchos otros gurúes del futuro (por ejemplo los popularizadores de la singularidad con Kurzweill, (2006) a la cabeza), les falta explicar no tanto el momento inevitable (para ellos) de la transición sino cómo contornearán las múltiples resistencias y contrainsurgencias -como la revuelta de los “chalecos amarillos’ demuestran- en contra de la siliconización del mundo.

No sabemos si el capitalismo desaparecerá en 20 años o medio siglo o dentro de cuándo (Minc, 2001; Verdu, 2003) , y ello entre otras razones porque el capitalismo es un modo de producción inteligente; aprende (más que nada) de sus críticos. Sin Marx, a lo mejor ya no lo tendríamos entre nosotros. En sus manifestaciones más recientes se ha convertido en cognitivo. Y aprovecha con singular éxito la canibalización de las nuevas tecnologías y plataformas sociales para aumentar su hegemonía. Seguramente hay vida después del capitalismo, lo que no sabemos es cuántos de esos ingredientes constitutivos (DNA) reaparecerán metamorfoseados en lo que seguirá (Harari, 2018).

4.1.5 Más allá del dinero, del trabajo y de la escasez.

Nuestro apartado anterior plantea que entre los escenarios futuros, postcapitalistas algunos (Mason, 2016), nos permitimos vislumbrar la aparición de una sociedad de la abundancia en contraposición a la de la escasez que hemos vivido a lo largo de casi toda la historia. La misma sería consecuencia de un probable traspaso masivo de la fuerza de trabajo, la proliferación de comunicaciones y la democratización de las tecnologías de la información que achicaron dramáticamente el globo (Pinker, 2017; Norberg, 2016).

¿Podríamos imaginar una auténtica “boutade” politológica? ¿Podríamos volver a los postulados de Marshall Sahlins (1972) y Pierre Clastres (1982) que testimoniaban la existencia de sociedades como los bushmen (bosquimanos) donde no se trabajaban más de 4 horas diarias? Clastres demostró la falsedad de la idea evolutiva del pasaje de las sociedades de lo simple a la complejo (de lo tribal a lo jerárquico estatal).

¿Es imaginable por lo tanto una sociedad que pueda prescindir del dinero y que reduzca la semana de trabajo a las 15 horas, o incluso descarte la venta de la fuerza del trabajo por inncesaria? ¿Es posible de la mano de impresoras 3D industriales sumadas a las caseras construir a domicilio la mayoría de los objetos que hoy debemos comprar?

La historia de los pueblos que tienen una Historia es la historia de la lucha de clases. La historia de los pueblos sin Historia es, diremos con la misma verdad, la historia de su lucha contra el Estado.

Aunque podemos avizorar -como hacen tanto el marxismo ingenuo como también el neo-liberalismo a ultranza- un mundo sin Estado, en realidad lo que esta adviniendo es un mundo corporativo que no necesita del Estado porque pretende usurpar su rol.

Antropológica y filosóficamente la combinacion de una biología de los detalles, una analítica de los datos y un procesamiento masivo de informacion, que identifique el ADN de cada individuo destruye la noción de free will, elimina a la política como un modo de procesar los conflictos, desmonta a la democracia pro su lentitud y agonismo y en definitiva modela un mundo que combian a Orwell y a Huxley en sus pwrores versiones. ¿Cómo salirnos de la btrampa en la que nosotros mismos nos hemos metido?

Referencias

Anderson, 2013
Barabasi, Albert-Lazlo The Formula: The Universal Laws of Success. Little, Brown and Company, 2018.
Baricco, Alessandro Los Barbaros. Ensayos sobre la mutacion. Barcelona, Anagrana, 2013
Berardi “Bifo”, Franco Generación post-alfa. Patologías e imaginarios en el semiocapitalismo. Buenos Aires, Tinta Limón Ediciones, 2013.
Berger, Gastón Revue Prospective, 1957.
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De Jouvenel, Bertrand The Art of Conjecture. Transaction Publishers [1960], 2012.
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