October 10, 2024

Innovación y Barbarie (Cápsula 6.2) Weekend for ever

Author: Alejandro Piscitelli
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Nota Bene Esta cápsula como todas las anteriores ha sido redactada en forma conjunta por quien suscribe y Julito Alonso, coautor de esta obra compartida

«Si tiene éxito, una plataforma crea su propio mercado; Si es extremadamente exitosa, termina controlando algo más cercano a toda una economía «.

Desde que el capitalismo se estabilizó y se convirtió en el único modo de pensar / vivir el trabajo, nuestro día a día quedó dividido en dos. Cinco días de esclavitud y dos días de libertad. Sólo el 5% de la población mundial aprecia su trabajo. (Susskind & Susskind, 2015) , El resto lo padece. Y sólo espera al TGIF para volver a vivir. Si alguna vez creímos que la alienación podía apropiarse de tamaña cantidad de gente, imaginemos a unos tres mil millones de empleados en blanco en el mundo (Graber, 2018). Cuando la automatización amenaza borrar con casi todo, podemos comprobar cómo es ese mundo. Los zombies no son sólo protagonistas de una película de George Romero, están por todos lados. Son nuestros compañeros de trabajo. ¿No lo seremos también nosotros?

Entonces éramos pocos y parió la abuela, como si no tuviéramos suficiente problemas con el trabajo no querido, los robots, la automatización y la Inteligencia Artificial atentan con quedarse con la mayoría de ellos (Kessler, 2018). En 10 o 20 años añoraremos los trabajos zombies que deploramos en el 2020. Sin entrar en la discusión de si esta es la primera revolución que generará más desempleo que oferta de trabajo, queda claro que una enorme cantidad de actividades humanas se pueden algoritmizar, y pueden ser desempeñadas más eficaz y baratamente por los robots o no (Kelly & Hamm, 2013; Colvin, 2015).

Si ya no hay trabajo para todos y sin dinero la máquina de producir se para, ¿cómo haremos para mantenerla en funcionamiento? ¿Recurriremos a la renta básica universal (Van Parijs, & Vanderborght, 2014)? ¿Viviremos subsidiados? ¿La semana de trabajo se reducirá abruptamente? Si así fuera, ¿qué haremos con todas las horas ganadas? Por ejemplo, cuando los coches autónomos tomen finalmente la posta se liberan, de manera potencial, aproximadamente 2000 millones de horas diarias de tiempo de conducción. ¿A qué las dedicaremos?

¿Cómo crear trabajo significativo y valorado socialmente? Podrán nuestros hobbies actuales convertirse en el trabajo del futuro? Hace dos décadas Authier y Lévy (1992), imaginaron los árboles del conocimiento: una sociedad intergeneracional de trueque permanente, en la cual el valor de uso se convertía en un nuevo valor de cambio. Dónde los saberes de abuelas, jubilados, personal doméstico y hobbistas, de pronto pasarían a tener más valor que los del trabajo formal. ¿Qué hacer cuando trabajar ya no tiene valor ni reconocimiento social? ¿El postrabajo, es algo que habrá que saludar con alegría o deplorar con terror? Hablemos de esta bendición/maldición o de cómo destacarnos con nuestro hobby, si es posible.

6.2.1 Precariedad Digital

Zafra (2017) abraza un relato desgarrador que marca perfectamente este clima de época laboral en su mas reciente publicación. Cuando la no-linealidad (Lash, 2005) se encarna en lo profesional y lo cotidiano, se vuelve dificultoso imaginar productos magníficos mientras nuestra concentración se vuelve intermitente en todos los niveles de nuestra vida y el cansancio asfixia. Siguiendo a Garcés (2017), ya no pensamos en el hacia dónde, si no en el hasta cuando, en palabras de Zafra nuestra vida se transforma en aplazada. Cada trabajo temporal o una beca solamente son circunstanciales para otra etapa y seguimos buscando lo que sigue para que podamos hacer lo que queremos (por un rati nomás con la amenaza de un trabajo burorático en ciernes).

Zafra hace hincapié en la vida académica y en los distintos proyectos que decenas de millones de investigadore sy profesores llevan adelante en el mundo, y discute la noción de trabajo en supuesta contraposición a los proyectos (personales, deseados, críticos).

Los supuestos herederos de la Escuela de Frankfurt están arrinconados sin control de su tiempos, ni contratos, habiendo comprado de forma exitosa una forma de vida intermitente y no lineal. Pasamos del quién somos a qué hacemos (ahora). Siguiendo a la autora y su relato, ¿acaso existimos más allá de lo que hacemos hoy, cada vez mas divorcioada la intelligentsia de la gestión en tiempo real de la política?

La categoría de performance, como bien analiza Scolari (2018) en su investigación sobre los alfabetismos transmedia, se presenta como crucial en la historia (nuestra historia) del personaje de Zafra. La marca personal (branding) es el diferencial para exponernos en las redes y convertirnos en mercancía de forma constante.

La actualización de estados, proyectos y/o trabajos se recompensa con likes, retweets o visualizaciones. Es la individualización máxima en pos de la autosuperación y «el hacé lo que tu amas». ¿Pero es posible vivir de nuestros hobbies? ¿Qué hay del trabajo en grupo y las reivindicaciones salariales / laborales que conllevan? Decimos que el poder de dos (Wolf Shenk, 2015) nos permite alcanzar mejores estándares de creatividad, entonces, ¿porqué insistir en la diferenciación del resto en pos de un trabajo intermitente que, quizás, en vez de renovar nuestra felicidad, termine ahogándola al mostrar que nuestra libertad es ficticia?

6.2.2 Árboles de conocimiento

Si la diferenciación individual no conduce a buen puerto, y trabajar de a dos potencia, probable (aunque no seguramente) el trabajo colectivo (entendido como heterárquico) nos acercamos un poco más a pensarnos como trabajadores del fin de semana.

Si invocamos a la inteligencia colectiva, la refereb ia obligada es Levy (1994), ya que antes de generar su citado (y abusado) concepto, en los albores de los años 90’s construyó junto a Michel Authier un programa informático específico para una cosmopedia: esa enciplopedia en forma de mundo virtual que se reorganiza y enriquece automáticamente de acuerdo a las búsquedas y a las preguntas de quiénes se sumergen en su seno (versión primiginea de lo que hoy conocemos como Wikipedia).

Volviendo a su programa, se trataba de un sistema basado en los árboles de conocimiento, una propuesta abierta de comunicación entre personas, formadores y empleadores, con el objetivo de reconocer la diversidad de competencias de las personas, regular sus aprendizajes y formación, y de hacer visible, a través de una cartografía dinámica el espacio del saber humano (escuelas, empresas, pools de empleos), sin por ellos poner bajo amenaza su privacidad. Hoy podemos encontrar esta idea capitalizada (y privatizada) en el sitio WorkPool. Business Nervous System (uja versión menos ambiciosa pero no menos interesantes es Seenapse con su cartografía de ideas) donde usuarios/empresas ofrecen trabajo y otros (en formato freelancer) los toman a conveniencia.

Si efectivamente la automatización acabará con los trabajos (que impliquen tareas repetitivos), y nos abre (en nuestra perspectiva) una oportunidad de realizar lo que deseemos, o los trabajos germinen a partir de habilidades más “blandas”, partiendo de la premisa del árbol del conocimiento para comunicar nuestros intereses inmediatos, el panorama de qué entendemos como trabajo podría cambiar radicalmente (Thompson, 2015).

El trabajo ya no se dirá de muchas maneras, pero debemos ser cuidadosos con lo que buscamos. Podemos imaginar un espacio, disímil a un mercado, donde no haya intercambios si no meras propuestas. Más allá de lo utópico/distópico de como como podremos incorporar a las máquinas en este tipo de futuros, es menester imaginar sistemas abiertos (no por ello necesariamente mas democráticos/horizontales) para sostener las condiciones mínimas humanas que nor permitan funcionar en armonía.

En tanto si queremos vislumbrar hacia donde van las profesiones del futuro, podemos recurrir a (Susskind & Susskind, 2015), quiénes suponen que el concepto clave que cambiará será el del “experto”, con todo lo que ello supone.

6.2.3 Diseño de expertos

Para ser un experto en una práctica o tarea, se dice que es necesario pasar casi 10,000 horas realizándola (Gladwell, 2008). Cuando hablamos de expertidr Imaginamos en principio mentamos tareas repetitivas, pero seguramente podemos expandir el concepto a cualquier otra gama de las actividades humanas.

10.000 horas son aproximadamente un año y medio (sin dormir, o sin hacer otra cosa). Si bien, en términos de lo exigido por la automatización, el panorama amenaza a las profesiones y a los expertos, ya que la sociedad dejará de necesitar doctores, contadores, arquitectos, abogados, y hasta educadores, en términos de “expertise práctica” son imposibles de costear.

Su punto de partida es entendible/atendible, dado que hemos cerrado el paréntesis de Gutenberg (Piscitelli, 2011) y dejado atrás a la sociedad basada en la imprenta. Pero teorizar a las tecnologías solamente en términos de optimización no brinda un amplio rango de las posibilidades que las máquinas pueden aportar a la noción de trabajo (Colvin, 2015).

Que más personas se han anotado a Harvard en los cursos online que en toda su historia, da por hecho que mágicamente al disponer de una plataforma abierta el conocimiento se abre por internet y todo ha cambia para mejor, desconoce el sistema restrictivo y elitista propuesto por la Ivy League (Kosslyn & Nelson, 2017).

Las tecnologías de la información han provocado una segunda disrupción, al igual que la imprenta, en términos de circulación del conocimiento, pero al igual que la primera trajo bajo el brazo los derechos de autor, esta segunda infiltró la falsa promesa de un conocimiento distribuído que dista de la “expertise práctica” que los profesionales comparten (Briggs, sin hablar de sus enormes efectos contraproductivos (O’Neill. 2016).

Como siempre, calidad y cantidad son difíciles de alcanzar simultánemante. Aún así estas propuestas inician una búsqueda interesante para abrir un necesario debate acerca de cómo las tecnologías podrían o no potenciar ciertos trabajos, o empeorarlos (Ruppel Shell, 2018).

Casos nefastos como el algoritmo que autoetiqueta imágenes de Google con sesgos racistas, o saber que el gran filtrado de Facebook aún es realizado por personas que deben exponerse durante miles de horas a situaciones y fotos desgarradoras, dan cuenta de la distancia que aún media entre los futuros propuestos pro analistas como los Susskind. Al mismo tiempo nos obligan a proponer con más fuerza y lucidez escenarios y alternativas (como sugieren la ciencia ficción y el diseño especulativo), antes de que las G-MAFIA lo hagan por nosotros (Webb, 2019; Gilder, 2019). La profesiones deben ser repensadas, es cuestión de entender y evaluar qué aspectos.

6.2.4 Trabajos de calidad

No sólo se trata de evaluar qué aspectos de las profesiones debemos cambiar, tambén es menester manifestar qué queremos del trabajo. Podemos comenzar por oponernos a la precarización que aparece en la digitalidad (Zafra, 2017) y pedir por un trabajo de calidad que permite una organización próspera de la sociedad.

Hoy convivimos en un mundo donde la gran división se mantiene pero de manera exagerada. No sólo estamos entre los que tienen y los que no. Hoy se suma la incertidumbre de los que tienen y no saben si tendrán trabajo en el futuro próximo. Para algunos el futuro se presenta lleno de oportunidades para explorar experiencias nuevas, mientras que el resto no sabe si podrá seguir participando de la fábrica de toda su vida. Efectivamente estamos frente a una transición que atender, o remediar.

Si bien la propuesta de Dyer & Kochan (2017) busca sus raíces y soluciones tanto en los contractualistas como en el New Deal rooselveteano, dan en la diana al diagnosticar que el problema de la fuerza de trabajo para hoy y mañana es el aceleracionismo de las fuerzs tecnológicas globalizadas, que no ha permitido, ni seguramente lo permitirá en el futuro) al sector público acomodarse en términos regulatorios.

Los cambios generacionales y de época tienen dos velocidades: rápidos para quiénes advienen al mercado de trabajo, y lentos para quiénes ya estaban en él y deben acomodarse a las nuevas tendencias. Las prácticas organizacionales de las instituciones de la era de la imprenta (desde la contabilidad de doble entrada, hasta los contratos) aún distan de entender, enfocar y encauzar las disrupciones que proponen estas empresas tecnológicas.

El cambio fue paulatino durante las primeras tres revolucioens industriales (Schwab, 2018) aunque costó 100 millones de vidas en guerras y revoluciones en el siglo XX. Y aunque algunos podíamos vislumbrar que empresas como las G+MAFIA dominarían un gran sector del mercado, fuimos tan ingenuos como para circuncribirlo al mundo virtual de internet. Cuándo entendimos que su expansión y visión apuntaban mucho más acá de este campo, las regulaciones llegaron demasiado tarde (Bridle, 2018; Bartlett. 2018; Tufecki, 2016).

Los ejemplos sobran, y de la misma manera que Hillis acertó en que Google es un monstruo que ha colonizado nuestras mentes (Galloway, 2017, Gilder, 2019) debido a que no hubo intervención pública, también los entes reguladores de Europa están recién tomando el toro por las atas de como intervenir estas plataformas sociales.

El trabajo de calidad, en un contexto de precarización digital, solo será posible (muy improbablemente) si podemos implantar nuevos contratos sociales, algo que Michel Serres vislumbró hace un cuarto de siglo, como mera especulación filosófica y que hoy se vive como vacío filosófico y legislativo esencial.

¿Cómo establecer límites y alcances? Si a principios del siglo XX la lucha contra los conglomerados del ferrocarril y el acero y otros industrias pesadas morigeró en parte su avaricia y poder depredador, hubo que esperar hgatsa 1982 para que ocurriera lo mismo con el monopolio natural de las telecomunicaciones. Pero lidiar al mismo tiempo con la versión actual del complejo indusrial-militar con el que lidió (?) Eisehower en 1950 implica reducir la omipotencia de Silicon Valley + Wall Street. ¿Quién se atreve? ¿Quién entiende realmente que está pasando?). Sin ovlidarnos del laDo B chino, que en cualquieR momento deviene eL lado A de la historia (Lee, 2018, Khanna, 2019)

Como revela Turner (2018) en su radiografía sobre el funcionamiento de Silicon Valley, la ideología subyacente a las empresas de servicioes tecnológicos, predica no sólo la libertad de acción, también incluye la colaboración de todos los usuarios en términos de una (ilusoria) mejora colectiva (al menos en el coto plazo).

Pero si esta bandera se puede teñir cambiando a voluntad los términos y condiciones, utilizando los daos de otra forma: ¿qué sanciones aplican?, ¿qué regulaciones? Borges decía que si algo es del todo nuevo, entonces es invisible. ¿Qué mecanismos de visibilización debemos aplicar para que estas plataformas desarraigadas se hagan presentes y materiales (Lash, 2005)?

6.2.5 Inventando el futuro

¿Quién se atreve a regular el futuro? ¿De qué sirve patentar el futuro? Turner se pregunta cuál es el vínculo que mantienen las instituciones regulatorias frente a las empresas de Sillicon Valley que parecen hacer lo que les plazca, como se vió en la comparecencia de Mark Zuckerberg en nombre de Facebook frente el Congreso de los Estados Unidos (aunque la mezcla de desafío y minusvaloración no aplicó pari lassu en su visita a la corte Europea).

Llegamos así al corazón del problema y una de las razones que nos llevo a incluir en un lugar destacado al futuro del trabajo en este toolkit. ¿Cómo regular profesiones que “aún no se han inventado”?, ¿cómo debemos prepararnos para lidiar con sus derivas y emergentes?, ¿cómo salir de una posición defensiva en términos de limitar los alcances de lo que aún no es, para empezar a delinear lo que será?

En este sentido, el talentoso Srnicek (2018), nos invita a pensar el poscapitalismo de un mundo sin trabajo donde el futuro efectivamente no deviene, sino que se inventa con una salvedad crucial. Las plataformas no cayeron del cielo, son la forma mas elaborada de despliegue del capitalismo en su fase post-financiera.

Contrariamente a ingenuidades absurdas propagadas incluso por nuestro querido Kevin Kelly (1999) de que estaríamos viviendo en una nueva economía de la abundancia (algo podría ocurrir si virásranmos hacia la economía azul de Pauli (2011), pero no si seguimos las recetas tecnocráticas de la Singularity University y afines), lo que estamos viviendo es un grado de concentración, duopolios y anti-competividad que atenta contra el núcleo central del desarrollo capitalista, aparte de empobrecer y potencialmente destruir a la democracia (Giridharadas, 2018; Tepper, 2018).

Existen cinco tipos de plataformas:

  1. Publicitarias (Google, Facebook), que extraen datos de los usuarios y capitalizan el espacio publicitario;
    2 En la nube (Salesforce), que poseen y alquilan hardware y software;
    3 Industriales (GE, Siemens), que construyen las infraestructuras necesarias «para transformar la fabricación tradicional en procesos conectados a internet»
    4 De productos (Rolls Royce, Spotify), que utilizan otras plataformas «para transformar un bien tradicional en servicio»
    5 “Lean” (Uber, Airbnb), que operan en un modelo de negocio de propiedad mínima de activos.

Según Srnicek, las plataformas encarnan cuatro características.

1 Se trata de infraestructuras digitales intermedias que permiten la interacción de diferentes grupos de usuarios
2 Las plataformas confían y prosperan con los efectos de red. Cuantos más usuarios acumule una plataforma, mayor potencial tendrá para ordeñar y generar valor de sus usuarios y sus actividades en la plataforma.
3 Las plataformas utilizan subvenciones cruzadas. Al ofrecer productos y servicios gratuitos, una plataforma particular podría acumular más usuarios y, por lo tanto, más actividades en su red. Las ganancias y pérdidas económicas se equilibran a medida que la corporación de la plataforma aprovecha sus múltiples ramas de negocios.
4 Las plataformas implementan la estrategia de participación constante del usuario a través de presentaciones atractivas de si mismas y sus ofertas con el propósito final de extraer (más) datos de sus usuarios.

A través de la interacción de estas cuatro características, las empresas de plataformas pueden obtener retornos masivos y casi perpetuos de sus inversiones iniciales en infraestructura.

¿Cómo salimos de este intríngulis? ¿Cómo desandamos el camino que está permitiendo que la sobreproducción y la baja de la tasa de ganancia siga engrasando el sistema a través de estos ingenios basados en plataformas?

Si bien Srnicek ofrece una posible solución para contrarrestar la expansión de los negocios de plataformas, a través de la creación de plataformas públicas «de propiedad y controladas por la gente”, necesitamos soluciones mucho mas ingeniosas y propuestas mucho mas contundentes, antes de que el monopolio cognitivo basado en una economía de la extracción de datos termine no ya con la privacidad, sino con la misma libertad como tanta ciencia-ficción distópica anticipa.

6.1 Referencias

Authier, Michel & Lévy, Pierre Les arbres des connaissances. Paris, La Decouverte. 1992.
Bartlett, James The people vs Tech. How the Internet Is Killing Democracy (and How We Save It). Penguin Random House, 2018
Bregman, Rudiger Utopía para realistas. Madrid. Salamanca, 2017.
Bridle, James New dark age. Technology and the end of the future. Verso, 2018.
Briggs, Asa & Burke, Peter A Social History of the Media: From Gutenberg to the Internet. Polity, 2018.
Colvin, Geoff Humans are underrated. What high achievers know that brilliant machines never will. Portfolio, 2015.
Dyer, Lee & Kochan, Thomas Anton Shaping the future of work: a handbook for action and a new social contract. The MIT Prss, 2017.
Frank, Malcolm; Roehrig, Paul, Pring, Ben What To Do When Machines Do Everything: How to Get Ahead in a World of AI, Algorithms, Bots, and Big Data. Wiley, 2017
Galloway, Scott The Four: The Hidden DNA of Amazon, Apple, Facebook, and Google. Portfolio, 2017
Garces, Marina Nueva ilustración radical. Barcelona, ANgrama, 2017.
Gilder, George Life after Google: The Fall of Big Data and the Rise of the Blockchain Economy. Gateway, 2019.
Giridharadas, Anand Winners Take All: The Elite Charade of Changing the World. Knopf, 2018.
Gladwell, Malcolm Outliers: The Story of Success. Little, Brown and Company, 2008
Graeber, David Bullshit Jobs: A Theory. Simon & Schuster, 2018.
Kelly, Kevin Nuevas reglas para la nueva economía. Buenos AIres, Gedisa, 1999.
Kelly, John & Hamm, Steve Smart Machines: IBM’s Watson and the Era of Cognitive Computing. Columbia University Press , 2013.
Kessler, Sarah Gigged: The End of the Job and the Future of Work St. Martin’s Press, 2018.
Khanna, Parag The future is asian. Global Order in the Twenty-first Century. Simon & Schuster, 2019
Kosslyn & Nelson Building the Intentional University: Minerva and the Future of Higher Education. The MIT Press, 2017.
Lash, Scott. Crítica de la información. Buenos AIres, Amorrortu, 2005.
Lee, Kai-Fu AI Superpowers: China, Silicon Valley, and the New World Order. Houghton Mifflin Harcourt, 2018.
Levy, Pierre L’Intelligence collective. Pour une anthropologie du cyberespace, Paris, La Découverte, 1994.
O’Neill. Cathy Weapons of Math destruction: How Big Data Increases Inequality and Threatens Democracy. Penguin, 2016.
Pauli, Gunther La economía azul. 10 años, 100 innovaciones, 100 millones de empleos. Barcelona, Tusuqets, 2011.
Piscitelli, Alejandro El Paréntesis de Gutenberg. La religión digital en la era de las pantallas ubicuas. Buenos Aires, Santillana, 2011.
Ruppel Shell, Ellen The Job: Work and Its Future in a Time of Radical Change Currency, 2018.
Scolari, Carlos «Final report on transmedia skills and informal learning strategies» 80 p. Transmedia Literacy Project, Report No.: D4.2., 2018.
Schwab, Klaus Shaping the Future of the Fourth Industrial Revolution. Currency, 2018.
Srnicek, Nick Capitalismo de plataformas. Buenos AIres, La Caja Negra, 2018.
Susskind, Richard & Susskind, Daniel The Future of the Professions: How Technology Will Transform the Work of Human Experts. Oxford University Press, 2015.
Tepper, Jonathan & Hearn, Denise The myth of capitalism, The Myth of Capitalism: Monopolies and the Death of Competition. Wiley, 2018.
Thompson, Derek «A World Without Work«. The Atlantic, 2015.
Van Parijs, Philippe & Vanderborght, Yannick La renta básica. Barcelona, Ariel, 2014.
Tufecki, Zeynep Twitter and Tear Gas: The Power and Fragility of Networked Protest. Yale University Press, 2017.
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Webb, Amy The Big Nine. How the Tech Titans and Their Thinking Machines Could Warp Humanity. PublicAffairs, 2019.
Wolf Shenk, Joshua Powers of two: How Relationships Drive Creativity. Mariner, 2015.
Zafra, Remedios El entusiasmo. Precariedad y Trabajo creativo en la era digital. Barcelona, Anagrama, 2017.