October 3, 2024

Jesús C. Guillén: “Aprender puede ser difícil, pero desaprender lo es mucho más”

Author: Tiching
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Hoy entrevistamos a Jesús C. Guillén, astrofísico, profesor, autor del blog Escuela con Cerebro y autor de Neuroeducación en el aula: De la teoría a la práctica, para hablar sobre cómo influye la neurociencia en los procesos de enseñanza-aprendizaje. ¿Te lo vas a perder?¿La educación de 0-3 debería adquirir mayor importancia de la que tiene actualmente en nuestro sistema?
Lo que nos dice la neurociencia es que más no es mejor. Lo que también demuestra es que los entornos socioeconómicos desfavorecidos, los entornos de pobreza, perjudican el desarrollo en esa edad. No sé sabe bien porqué pero se intuye que tiene que ver con el estrés en el que viven los adultos, la falta de cariño o de afecto hacia los bebés. Esto está en consonancia con otros estudios que se hicieron en orfanatos de Rumania, donde se vio que cuando los bebés recibían el cariño, atención y abrazos mejoraba mucho su desarrollo.

¿Qué se puede hacer en la práctica docente para mejorar la atención en las aulas?
La atención es un factor crítico vinculado a otros, por ejemplo, a las emociones, a la curiosidad. La memoria, la emoción y el proceso de aprendizaje están directamente vinculados. Lo importante es identificar cuales son los objetivos de aprendizaje y ver cómo se alcanzan. Uno de los factores que más influyen y que no se tienen en cuenta es la cooperación y no solo la del alumnado.

¿A cual se refiere?
A la cooperación entre profesorado. La educación constituye un trabajo cooperativo en el que tendrían que participar toda la comunidad educativa y también la sociedad. Cooperar es más que trabajar en equipo, tiene un componente empático, de solidaridad, de respeto, etc. Sin educación emocional difícilmente vamos a poder cooperar. Abrir las puertas de nuestras aulas a otros docentes para analizar lo que estamos haciendo, para planificar, etc. es muy importante.

Y por qué cree que no se hace?
Este planteamiento choca mucho con la distribución de asignaturas y de jerarquías que no están en consonancia con la vida real. En muchos centros estamos empezando a ver profesores de distintas disciplinas trabajando de forma cooperativa en proyectos multidisciplinares. Algunos proyectos están teniendo mucho impacto en el aprendizaje como son los proyectos de aprendizaje-servicio.

¿Qué otras acciones de tipo cooperativo están obteniendo buenos resultados?
Otro ejemplo son las tutorías entre iguales. Cuando los alumnos son profesores de otros compañeros se produce un aprendizaje muy significativo para ambos. El que enseña busca estrategias que acerquen los conocimientos al entorno de sus compañeros. Esto está muy ligado al cerebro social. Los adultos tenemos los aprendizajes automatizados y ellos lo acaban de aprender.

En las aulas, los niños pasan mucho rato sentados, preferiblemente trabajando tranquilos y en silencio. ¿Es un buen ambiente para promover el trabajo cooperativo y emocional?
Se habla de la importancia del espacio en el que se aprende, a condiciones óptimas de temperatura, iluminación, el sonido, el mobiliario, etc. Y esto lo tenemos que ligar a lo que demuestra la neurociencia que es que aprendemos cuando participamos. Estamos viendo que lo que es bueno para el corazón es bueno para el cerebro, que el movimiento es un aspecto clave.

¿En qué sentido es clave?
Estamos viendo que tiene mucha incidencia comenzar la jornada escolar con unos minutos de ejercicios aeróbicos. Los beneficios a nivel de salud física van acompañados de una mejora en el rendimiento académico del alumnado. Estos factores están directamente vinculados porque el movimiento permite optimizar los procesos atencionales. En este sentido, no es una gran idea dejar la clase de educación física para el final de la jornada, porque si se hace al principio potencia la atención.

¿Y esto se puede trasladar al aula?
Por supuesto, es importante que los niños y niñas se puedan mover al realizar las tareas, que puedan manipular. Si pueden estar en un entorno natural, genial. Pero lo que está claro es que no se puede tener al alumnado en situación pasiva durante períodos prolongados de tiempo.

¿Es interesante que la neuroeducación se añada en el proceso formativo de los docentes?
Creemos que sí. ¿Es importante que conozcamos cómo son los procesos de aprendizaje, cómo funciona el cerebro, cuándo aprendemos…? Los docentes siempre responden que sí. Hay muchas evidencias vinculadas al aprendizaje inicial de las matemáticas, de la escritura, del desarrollo del nivel cerebral en la infancia temprana, en la adolescencia. Esto es algo que también interesa a las familias que son las grandes olvidadas del proceso de aprendizaje.

¿Que es la mentalidad de crecimiento y cómo la podemos estimular?
Se está viendo algo muy importante alrededor de las expectativas, tanto las propias, como las del profesorado sobre el aprendizaje de su alumnado. Estas expectativas tienen una incidencia bárbara en el aprendizaje: ¡cuánto mal han hecho las etiquetas! El cerebro es totalmente plástico, está cambiando constantemente, reorganizándose a nivel estructural, etc. Esto está asociado a lo que conocemos como mentalidad de crecimiento, que está estudiado por Carol Dweek.

¿Y qué ha observado?
Analizó el perfil de los estudiantes y vio que había algunos con mentalidad fija: creen que estamos predeterminados por la genética. Estos alumnos no se exponían tanto.
También vieron que había otros estudiantes a los que llamaron de mentalidad de crecimiento que creían que podían mejorar sus capacidades a través del estudio, de la dedicación, esfuerzo, etc. Estos estudiantes, ante retos más exigentes se exponían más que los otros.

¿Y qué resultados obtenían?
Los estudiantes con mentalidad de crecimiento siempre obtenían mejores resultados académicos que los otros. La pregunta que nos debemos hacer ahora es que podemos hacer para estimular esta mentalidad de crecimiento.

¿Y cuál es la respuesta?
Sabemos que lo que funciona es explicar a los alumnos cómo funciona su cerebro. Es importante que entiendan cuándo aprenden, que sepan que es plástico, que la inteligencia es manejable… También vemos que es clave el lenguaje con el que nos dirigimos a ellos.

¿En qué sentido?
Es preferible elogiar a un estudiante por lo mucho que se ha esforzado en alcanzar una meta que no por lo inteligente que es. Pongamos ejemplos: “ Lo has hecho bien porque has trabajado bien” en vez de “ lo has hecho bien porque eres muy listo”. El mensaje que damos con la primera frase es que la acción está en sus manos, depende de lo que quiera hacer. Con la segunda frase dejamos la consecuencia en manos de algo que el niño o niña no puede controlar, que es esta supuesta inteligencia.

El segundo tipo de comentarios están más extendidos que los segundos.
Si, por lo tanto alerta. Este tipo de comentarios que también se dan mucho en el entorno familiar están limitando la percepción del niño o niña sobre sí mismo, y alimentando una mentalidad fija. El poder de las creencias es muy importante. Las etiquetas dejan huellas que después es muy difícil borrar.

Este problema también lo arrastran muchos adultos…
Y lo volcamos en nuestros hijos. Cuando un niño llega a casa y pide ayuda a su madre o padre para hacer los deberes de matemáticas y el adulto responde con comentarios del tipo “ a mi nunca se me dieron bien, yo nunca lo supe hacer” también están afectando a la percepción del menor. Pensará que si su madre o padre no lo sabían él tampoco lo sabrá.

¿Y cómo podemos cambiar este discurso?
Creo que es muy interesante que los padres lideren el interés por las cuestiones académicas de los hijos, que les pregunten directamente que están haciendo, qué les interesa, etc. Aprender puede ser difícil, pero desaprender lo es mucho más.

Y para evaluar, ¿cual es la mejor estrategia según la neuroeducación?
Nuestro cerebro social es tremendamente plástico. Si enseñamos y evaluamos a todos de la misma forma va a ser difícil obtener resultados válidos. Muchas veces cambiamos la manera de enseñar pero mantenemos la evaluación. No está claro cómo debe hacerse esto, pero si vemos que hay que diversificar y debemos huir de la evaluación-clasificación. Es super importante detectar las fitas específicas del alumnado y priorizar el proceso por encima del resultado. La autoevaluación es una opción.


Si has disfrutado de la entrevista a Jesús C. Guillén, no te pierdas la de Anna Forés: “El cerebro no entiende que trabajemos por asignaturas o por áreas, lo que necesita es relacionarlo todo”.