Las trincheras educativas
Author: Domingo Méndez
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No sé vosotros pero tal y como está el patio patrio en general, donde la polarización política va calando y empapando el tejido social, donde el grito llega y se oye más que el argumento, donde la sesiones televisadas de nuestro parlamento tendrían que estar autorizadas solo para mayores de 18 años, la pandemia, la crisis…, con todo esto el gobierno nos regala la LOMLOE o Ley Celaá.
Un ley que antes de nacer ya tiene fecha de caducidad y será tan absurda como casi todas las anteriores, que ha sido muchas, demasiada. Un ley que nace sin el necesario y muy demandado consenso por parte de la la mayoría de docentes de este país y que difícilmente ilusione a nadie a la vista de los precedentes y las consecuencias. Una vez más, y son demasiadas, nuestros representantes, todos, no se toman en serio la educación de los españoles y si esta sale adelante es por la profesionalidad y entrega de la gran mayoría de los profesionales.
Cuando oímos hablar de la educación en Francia, Portugal, Inglaterra, no digamos ya Finlandia, Corea o Japón, puede que seamos capaces de describir unas líneas, unas pinceladas maestras de sus sistemas educativos desde el punto de vista de la calidad, fruto de leyes educativas estables y pensadas más para mejorar el sistema que para controlarlo, es por esto que me cuesta ver esos rasgos en todas las leyes educativas que desde la L.G.E del franquismo, que viví como alumno, hasta la actuales que he vivido y algunas padecido como docente.
Se ha dicho por activa y por pasiva, hay consenso para que lleguen a un consenso, no cometamos el error de otra ley de partido, necesitamos una ley de país, necesitamos que prevalezcan los argumentos sobre los gritos, la reflexión sobre la consigna y la búsqueda de la calidad educativa por encima de todos los demás intereses.
Tomarse en serio la educación, invertir en ella, apostar por ella, en serio, sin palabras huecas. Todos tenemos una idea de escuela muchas de ellas diferentes pero seguro que todas esas ideas hay puntos de encuentro.
No, no me atrinchero, eso no quiere decir que no defienda la escuela que en la que creo, siempre la he defendido con argumentos, lo mios, pero entre trinchera y trinchera hay un espacio común que es de todos y no es de nadie y es por ahí por donde debe de transitar la elaboración de un nueva ley educativa de país que no es esta que están pariendo.
Agradecer la ilustración de Ramón Besonías que acompaño y que me han inspirado estas palabras.