April 19, 2024
Manifiesto por una educación transformadora y emancipadora. 25 principios y propuestas. Foro de Sevilla

Manifiesto por una educación transformadora y emancipadora. 25 principios y propuestas. Foro de Sevilla

Manifiesto por una educación transformadora y emancipadora. 25 principios y propuestas. Foro de Sevilla

Author: Juan José Calderón Amador
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Manifiesto por una educación transformadora y emancipadora. 25 principios y propuestas. Foro de Sevilla

Hoy traemos a este espacio un manifiesto , en este caso Manifiesto por una educación transformadora y emancipadora. 25 principios y propuestas ” Por ‘El Foro de Sevilla. Por otra política educativa‘ lo firman: Jordi Adell, Rocío Anguita, Jaume Carbonell, Enrique J. Díez, Isabel Galvín, Rodrigo, J. García, José Gimeno Sacristán, Francesc Imbernon, Javier Marrero, Jaume Martínez Bonafé, Montse Milán, Carmen Rodríguez, Julio Rogero, Francesca Salvà y Juana Mª Sancho …
y que nos presentan así:

Este documento es una continuidad del “Manifiesto por otra educación en tiempo de crisis” publicado la pasada primavera, cuando vivíamos momentos de excepcionalidad e incertidumbre tras el confinamiento y el retorno parcial a las aulas. Como en aquella ocasión se hacen públicos intenciones y propósitos considerados de interés general para el cambio y la mejora de la educación con el propósito de someterlas a la reflexión, crítica y debate público.

Hoy, tras un inicio de curso complicado, que ha requerido un gran esfuerzo por parte de la comunidad educativa, parece que la situación se va normalizando dentro de esta anormalidad pandémica. Pero no queremos que esta crisis e incertidumbre legitime una normalidad pedagógica y escolar cuestionada desde hace tiempo. Las crisis son oportunidades para revisar el sentido de lo que se hace y para abrir nuevas ventanas de posibilidades para renovar y transformar la educación. No las desaprovechemos, porque el miedo y la falta de reflexión son los mejores aliados de la involución educativa. Nuestro manifiesto, más allá de las urgencias del día a día, que por supuesto hay que atender, trata de ir más allá de esta coyuntura actual, del presentismo, para plantear otras urgencias de futuro igualmente necesarias. Para alzar el vuelo del debate y para pensar otra educación que abra caminos hacia la esperanza, hacia la utopía.

  1. La educación como proyecto humanizador. Porque es sensible a los conflictos sociales, desigualdades, injusticias, emergencias climáticas y desafíos de la humanidad. Pone el énfasis en valores como la solidaridad, el apoyo mutuo y la cooperación, y en la sensibilización y cumplimiento escrupuloso de los derechos humanos y sociales. Frente al consumo insaciable contrapone un consumo responsable y progresivamente decreciente. Frente a la competencia por el éxito individual busca la solución colectiva de los problemas cotidianos. Y frente a la indiferencia ante el sufrimiento humano activa la empatía y la compasión. Sin perder nunca el horizonte de la transformación educativa y la emancipación social.
  2. El derecho a la educación de todas y todos. Que hace posible su acceso en los distintos tramos del sistema educativo con la misma oferta de calidad y el logro de éxito para todos y todas mediante las medidas y ayudas necesarias. Por ello hay que evitar los guetos y la segregación escolar que se generan dentro de la escuela privada y también dentro de la red pública y en ciertos modos de funcionamiento de esta red. El gran reto es lograr que se garantice la equidad, hacia la que se avanza no a través de una carrera competitiva sino de una cooperación inclusiva.
  3. La escuela inclusiva e incluida. Atiende la más amplia diversidad del alumnado en un mismo espacio, evitando cualquier tipo de discriminación en función de la clase social, la etnia y cultura, el género o la diversidad funcional. En este sentido cabría plantear el avance en un proceso gradual de superación del actual modelo dual de centros de educación especial y centros ordinarios y de otras modalidades externas de escolarización en la red pública, incorporando los profesionales y recursos de esos centros para asegurar que el reconocimiento de la diversidad no derive en desigualdad. Es importante atender la mirada del sujeto para ver cómo vive y se beneficia de la inclusión.
  4. La escuela pública comunitaria como servicio esencial. Protege y enriquece el bien común, así como el sentido democrático y comunitario. En consecuencia, evita cualquier medida o proceso de privatización. Garantiza el pluralismo democrático y para ello se dota de mecanismos de diálogo, participación y control. El derecho a la elección de centro —una falacia que encubre la preferencia de selección— no hace más que reproducir la diferenciación y segregación social. La mejor opción es la escuela pública de proximidad, estrechamente vinculada a su comunidad local.
  5. Un currículum de mínimos. El currículum, en tanto que selección del conocimiento valioso, está sometido a constantes tensiones ideológicas en función de las relaciones de poder. Entendemos que a las administraciones educativas les corresponde fijar un marco curricular amplio y flexible, definiendo los saberes básicos imprescindibles, pero no les compete regular su implementación. Corresponde a los centros su desarrollo, adaptación y concreción, a través de proyectos, ejemplificaciones y metodologías, poniendo el foco en la educación integral y en la personalización del aprendizaje.
  6. Un currículum que atiende las urgencias. Sociales, culturales, económicas y ecológico-ambientales, facilitando esquemas comprensivos que permitan interpretar y actuar sobre la realidad. De ahí la necesidad de un currículo ecosocial, feminista, antirracista y antifascista, atento a la denuncia de todas las situaciones de precariedad y que atentan contra el respeto y la dignidad de la vida humana y los derechos humanos. En este sentido, ha de ir incorporando tanto las experiencias cercanas del alumnado como las reivindicaciones de los colectivos y movimientos sociales.
  7. Un currículum emancipador que incorpora la común y lo diverso. Compagina el tratamiento y el respeto hacia las diversas identidades de los pueblos con la también necesaria fraternidad universal que se asienta en una sola comunidad con valores, derechos y deberes compartidos. Integra lo local con lo global, así como la cooperación y solidaridad con el entorno próximo y el lejano.
  8. Un currículum que recoge la memoria histórica democrática. El conocimiento sobre el pasado supone un aprendizaje colectivo para evitar nuevas barbaries. Una memoria que rescate del olvido los silencios y tergiversaciones en torno a la violencia y la represión franquista organizada durante la Guerra Civil y la dictadura. Una memoria que rescate la verdad, la justicia y la reparación de las víctimas.
  9. Una escuela con certidumbres para afrontar la incertidumbre. Ante un mundo tan acelerado e imprevisible, que se sostiene cada vez más en la precariedad y vulnerabilidad humana, se hace preciso educar en y para la incertidumbre. Pero para no dejar la escuela en la intemperie sería conveniente introducir pequeñas y grandes certezas cotidianas a partir de la fraternidad colectiva, la convivencia positiva y el acompañamiento docente.
  10. El sentido de la experiencia de aprendizaje. Lo que ocurre dentro de cada escenario de aprendizaje, de modo explícito o inconsciente, produce significados y modelos de acercamiento a la realidad. La escuela democrática atiende los deseos y necesidades del alumnado, tras observar de manera atenta y continua cómo aprende y qué significado social le da a su experiencia de aprendizaje. A partir de ahí se eligen las intervenciones, metodologías, actividades, recursos y materiales curriculares más adecuados.
  11. La cultura está en el territorio. La adquisición del conocimiento se expande en todo el territorio: en el medio natural y urbano, en todos aquellos espacios de aprendizaje y socialización: actividades extraescolares, equipamientos y ofertas culturales, medios de comunicación y redes sociales,… La escuela transformadora trata de darle sentido e integra dentro del currículo, de forma común y personalizada, a todo lo que se aprende dentro y fuera del aula. Se trata de educar en la vida y para la vida.
  12. El conocimiento integrado y globalizado. La transformación educativa cuestiona radicalmente la lógica tradicional de la fragmentación curricular y apuesta por el diálogo y la integración de saberes y asignaturas que ensanchan y enriquecen el campo de conocimiento: lo hacen más situado, relevante y profundo. Las propuestas globalizadoras —como el trabajo por proyectos— exige el trabajo interdisciplinar y transdisciplinar entre el profesorado del centro y de otros profesionales y agentes del territorio.
  13. El pensamiento crítico. Es el que interroga, repiensa y cuestiona el orden establecido. Al propio tiempo, facilita herramientas para el análisis de la realidad, mediante el diálogo y la confrontación de puntos de vista, para la comprensión de un mundo complejo y cambiante. El dominio de los diversos códigos del lenguaje, así como el análisis crítico de los medios de comunicación, capacitan para la búsqueda de la verdad y para la comprensión de cualquier realidad.
  14. Educación pausada. La escuela debe blindarse ante la celeridad de los cambios y la presión que existe ante la exigencia del rendimiento para la obtención de buenos resultados académicos. Se requiere sosiego y lentitud, tanto para respetar la singularidad y el ritmo de cada sujeto, como para asimilar los conocimientos adquiridos. Con frecuencia, menos es más.
  15. Evaluación para la mejora del aprendizaje. En una educación emancipadora no cabe la competitividad, la calificación, la repetición y la clasificación. Lo sustantivo no es la evaluación del aprendizaje sino para el aprendizaje, para que el alumnado pueda seguir progresando. Tampoco caben las evaluaciones de estándares de competencias medibles, sobre todo cuando simplifican su complejidad conceptual y se orientan a fines economicistas. La alternativa consiste en priorizar la evaluación formativa, continua y cualitativa por encima de la cuantitativa, y el proceso antes que los resultados.
  16. Centro de investigación y Desarrollo Curricular. Acceder... Para promover el debate en torno al currículum sería interesante contar con este organismo de ámbito estatal, de carácter independiente y plural, con el propósito de promover la innovación y el cambio curricular ligado al perfeccionamiento docente y la mejora de la calidad de la enseñanza. Entre sus tareas más concretas estarían las recoger, evaluar, inventariar y difundir las investigaciones y elaboraciones de proyectos y materiales curriculares promovidos por el propio profesorado en los centros, así como la recopilación y análisis de antiguas y nuevas experiencias.
  17. La educación como conversación. Con uno mismo, con los demás, con el entorno, con la fragilidad, con los límites, con lo impredecible. La conversación, la pregunta y el debate dialógico enriquecen las relaciones entre las personas, las conexiones con los saberes y los vínculos con la comunidad. Y fortalecen también el entrenamiento democrático, el razonamiento, la argumentación y el pensamiento crítico.
  18. El cuidado mutuo. Se trata de trabajar en la perspectiva del apoyo y el cuidado mutuo entre los distintos actores de la comunidad educativa: alumnado, profesorado, personal no docente, familias, etc. para la obtención de un mayor bienestar individual y colectivo. De poner el foco en la atención del otro (de las otras personas) a partir de una convivencia pacífica, compartiendo experiencias y saberes. La biopolítica del cuidado y la compasión son especialmente necesarias en situaciones como las actuales de especial fragilidad y vulnerabilidad.
  19. Autonomía de centro. La escuela democrática dispone de cierto grado de competencia e iniciativa para tomar decisiones respecto al desarrollo y concreción del currículum, la elaboración de proyectos, la organización del centro y su inserción en proyectos comunitarios de territorio. Para construir sus propias señas de identidad. Pero es imprescindible controlar que esta autonomía y diversidad pedagógica garantice siempre los derechos humanos y la calidad de la enseñanza y no derive en una competencia intercentros, y en una diferenciación y segregación. Por otro lado, la administración educativa debe proteger esta autonomía con la asignación de los recursos necesarios.
  20. Escuela unificada. La formación del alumnado requiere un proyecto integrador que asegure la continuidad y coherencia educativa entre la educación infantil, primaria y secundaria obligatoria. Ello evita rupturas bruscas en el cambio de etapa, así como modelos e incluso finalidades educativas contrapuestas. Requiere un trabajo en equipo entre el profesorado de los diversos niveles, una cultura común y la equiparación de las condiciones de trabajo. En algunos lugares funcionan los Instituto-Escuela que van en esta dirección.
  21. Transformación de patios y espacios escolares. Algunos centros ya están sustituyendo el tradicional patio-cuartel, la típica pista de cemento, por el patio-jardín, un entorno más verde y con mayores oportunidades para el juego libre y en equipo, la aventura, la convivencia y el aprendizaje. La remodelación de espacios exteriores e interiores, creando otros lugares de encuentro e intercambio además del aula, pensados pedagógicamente como los patios inclusivos, coeducativos y ecológicos responden tanto a criterios saludables y medioambientales como a razones pedagógicas.
  22. Democracia participativa radical. Más allá de la mera representación o de la defensa corporativa. Con una activa y sostenida participación de todos los actores de la comunidad educativa de una forma proporcional real —alumnado, profesorado, madres y padres,…— en estos tres ámbitos: aula, centro y territorio, mediante organismos como la asamblea de aula, el consejo de delegados y delegadas, el consejo municipal de infancia o el consejo educativo de pueblo, barrio o ciudad.
  23. Funciones y compromisos del profesorado. Se requiere, ante todo, acompañamiento y tutorización docente intensivas para orientar al alumnado en sus procesos inclusivos, de desarrollo integral y de aprendizaje grupal y personalizado. También una constante reflexión sobre la práctica, el trabajo en equipo cooperativo y la implicación en el proyecto educativo comunitario. Por otro lado, el profesorado tiene un compromiso ético y emancipador, con la transformación educativa y la emancipación social. No se puede ser revolucionario en la calle y conservador en el aula, o al revés.
  24. Derecho a la desobediencia. Entendido como un derecho legítimo que supone el incumplimiento de leyes y normas que se consideran injustas, abusivas o inútiles. Se ejerce, por ejemplo, cuando se infringen derechos humanos que afectan a la libertad de expresión o a la justicia social. Cuando la sobrecarga de tareas administrativas y burocráticas acaban colonizando los centros. O cuando algunas políticas y decisiones sobre el currículum o sobre la gestión del centro suponen una involución educativa.
  25. Pedagogía de la presencia. Es el único tiempo y espacio donde se construye una relación humanizada, donde es posible la conversación espontánea, la manifestación de todos los lenguajes, el aprendizaje situado y profundo y, en definitiva, el proceso de socialización. Por supuesto que el profesorado ha de ser competente en el dominio de las TIC, pero el aprendizaje online a distancia no es un modelo educativo sino un mero recurso de aprendizaje. De ahí la importancia de priorizar y profundizar en la pedagogía de la presencia.

Somos conscientes que estos 25 puntos parten de un posicionamiento concreto. Pensamos que hay principios y propuestas que apuestan por la renovación pedagógica, otras lo hacen por el empoderamiento democrático radical y otras son netamente anticapitalistas. En cualquier caso, se trata de un manifiesto que, a partir nuestras diferencias y coincidencias, puede ayudarnos a pensar y construir juntos y juntas lo que queremos de la educación. Porque otra educación es más necesaria que nunca, y también posible. (leer más…) 

 Fuente: [ Foro de Sevilla]

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