¿Por qué es tan importante hablar inglés en la clase de inglés?
Author: Tiching
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¿Crees que los alumnos tienen un buen nivel del inglés cuando acaban la educación obligatoria? ¿Les hacemos practicas suficiente la expresión oral en el aula? La profesora Paula Gómez nos explica la importancia de hablar inglés dentro del aula. A menudo nos preguntamos por qué tantos jóvenes terminan sus estudios secundarios y todavía no tienen demasiada fluidez y soltura a la hora de hablar un idioma que han estado “estudiando” durante probablemente más de diez años. Aunque durante estos últimos años (gracias a las nuevas tecnologías sobre todo) la enseñanza de idiomas ha mejorado sustancialmente, todavía no le damos la importancia que se merecen a las actividades output o actividades de producción, en las que el alumno “produce” el idioma, es decir, se expresa y pone en práctica lo aprendido mediante conversaciones y comunicación real.
Hace poco mi tía Julia me comentaba que cuando ella iba a la escuela, allá por los años 70, su profesora de inglés no contestaba a las preguntas a menos que los alumnos las formulasen en dicho idioma. Les insistía en usar la lengua extranjera en clase, aunque solo fuesen expresiones básicas y juegos de vocabulario. Esto que suena tan baladí hoy en día, en aquella época en la que todavía se estaban estudiando y empezando a proponer métodos propiamente comunicativos como la Respuesta Física Total o el enfoque natural, resulta cuanto menos curioso que una profesora de inglés hablase y consiguiese hacer hablar en inglés.
Lo cierto es que lo más común (hasta hace no tantos años) era que los docentes incidiesen en las explicaciones gramaticales como base fundamental en la enseñanza del inglés. Con el tiempo, parece que tanto docentes como sociedad en general, vamos tomando más conciencia de lo importante que es poner en práctica la expresión oral en una clase de idiomas. Y esta evolución es simple lógica, pues igual que aprendemos a hacer cualquier otra cosa, es diferente saber hacer que hacer.
En el ya mencionado enfoque natural, Stephen Krashen afirmó que la adquisición de una segunda lengua requiere de una interacción significativa en la lengua objeto de aprendizaje, en la que el alumno se centrase en comunicar y en expresarse de la forma más natural posible, de ahí el nombre de su enfoque. De hecho, fue en respuesta a su teoría del input comprensible cuando Swain con su teoría del output, añade que, aunque el input o “entrada” es una condición necesaria en el aprendizaje de una lengua, no es suficiente por sí solo, y precisa de un output como complemento a ese aprendizaje que obligue al alumno a producir la lengua.
Dicho con otras palabras, por mucho vocabulario, conceptos o gramática que enseñemos a nuestros alumnos, si estos no son puestos en práctica a la par que los aprenden, lo más seguro es que el aprendizaje caiga en saco roto. Para adquirir un segundo idioma, éste debe “entrar” primero en la mente del alumno pero el aprendizaje será efectivo cuando el alumno sea capaz también de asimilarlo y de producirlo. Y de ahí que las actividades donde se produzca el idioma sean clave en el proceso. Las actividades output son esas en las que el alumno se expresa de forma oral o escrita en la lengua extranjera, y aunque dependen de su etapa o nivel, y del input previo, algunos ejemplos pueden ser:
- Escribir mensajes o dar respuestas cortas relacionadas con actividades previas (de comprensión).
- Realizar y contestar preguntas en actividades en pareja o grupo sobre un contenido común.
- Intercambiar información con compañeros y participar en actividades cooperativas.
- Crear proyectos y presentaciones que ellos mismos tengan que exponer.
- Compartir opiniones sobre los temas propuestos en clase.
Asimismo, las actividades output dependen también de la creatividad del docente, el poder hacerlas más atractivas e interesantes de forma que estimule y motive la participación activa de los alumnos, para que sean lo más productivas posible y lo aprendido se asimile. Gracias a las actividades de producción, los alumnos pueden mejorar su aprendizaje y, casi inconscientemente, aprender a:
- Localizar errores, tanto léxicos como gramaticales, y tanto en la producción oral como en la escrita.
- Corregir la propia expresión.
- Trabajar la coherencia y la cohesión de sus mensajes.
- Elaborar cada vez estructuras más complejas en el idioma.
- Mejorar su fluidez y pronunciación.
- Asimilar y adquirir expresiones propias de la lengua extranjera.
- Ser conscientes de su propio aprendizaje.
Si entendemos la comunicación como objetivo final en el aprendizaje de una lengua extranjera, también debemos entender que el vocabulario o la gramática son necesarios simplemente para darle forma a esa producción oral y escrita del idioma. Es tan fácil como compararlo con una receta de cocina: podemos comprar los ingredientes, pueden explicarnos el procedimiento, hasta podemos memorizarnos los pasos de la receta, pero hasta que la pongamos en práctica, no sabremos si estamos haciéndolo bien o mal, o sobre aprender a corregir posibles errores que puedan surgir durante el proceso. Los profesores somos los guías que aportan los ingredientes de la receta, pero no debemos olvidar que son los alumnos los que deben ponerla en marcha.