¡Uf! Que alivio
Author: Juan Francisco Hernández
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Uno
de los grandes errores que cometí a la hora de llevar el enfoque flipped
learning a mi centro fue la precipitación.
Así,
cuando en las formaciones estoy mostrando el modelo de “aula invertida”
advierto que el tiempo para que funcione al 100% es de cuatro años (a muchos de
los que allí están se les ve su cara de alivio). Dicho así puede parecer mucho
tiempo, pero creo que es bueno que nos paremos un momento y reflexionemos qué
implica este cambio de orientación.
Para empezar, cabe preguntarnos:
¿Cuento con el apoyo de mi equipo directivo y de mis
compañeros de área para trabajar de forma coordinada dentro de este modelo?
¿Conozco bien esta forma de aprendizaje que voy a llevar
a mis alumnos?
¿Tengo los conocimientos y habilidades necesarias para
desenvolverme dentro del marco del flipped learning?
¿Tengo una estrategia y los materiales necesarios para
llevarlo adelante?
¿He desarrollado un plan para recabar datos y realizar
las estadísticas que me refrenden cuando tenga que justificar por qué trabajo
ahora así?
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con un “NO” a alguna de estas preguntas implica, de entrada, al menos un año
para darle una solución. Así, por ejemplo, responder de forma negativa en la
tercera cuestión conlleva formarnos antes de empezar a plantearnos continuar en
este camino. Es bueno recordar que la
formación en competencias es un imperativo curricular que en el caso de la
competencia digital está recogido en el ‘Marco Común de Competencia Digital Docente‘
Contestar
con un “SI” a todas estas preguntas supone que podemos abordarlo, pero ¿por
dónde empiezo? Indico, a continuación,
algunas de las acciones que me ayudaron:
- Estudiar
cómo
otros profesores trabajan dentro de este enfoque. - Elaborar
un plan de implantación. No hacerlo en un primer momento fue una de mis grandes
equivocaciones. - Utilizar
los canales de comunicación del centro para informar a los padres de los
cambios que se van a producir y cuáles son las razones de estos. Este paso es
fundamental y nos ahorrará muchos “disgustos” - Dominar el lenguaje
audiovisual y las herramientas
asociadas al mismo. Esto lleva tiempo, mucho. Y, a veces, podemos
caer en el desánimo. - Recordar
cuál es el meollo de este enfoque: “llegar a cada alumno”. Como nos recuerda Bergmann
en “Dale la vuelta a tu clase”: ¿Cómo
puede personalizar un solo profesor la educación de tantos estudiantes? ¿Cómo
puede asegurarse de que cada uno de los alumnos aprende, cuando hay tantas
metas y objetivos que alcanzar? - Poner en práctica lo
establecido en el plan de implantación. - Establecer
métricas. Una de las labores más desestimadas y, sin embargo, de
las que más ayudan. Es conveniente medir regularmente y de forma
fiable si este enfoque cumple con las expectativas y si es el motor que ayuda a
la aplicación de otras metodologías, por ejemplo, el
trabajo por proyectos. - Escuchar
las aportaciones de nuestros compañeros, especialmente
las del propio departamento. Otro de mis grandes deslices en un
principio. - Compartir el
trabajo en las redes sociales y anotar las mejoras que me sugerían.
Lo
dicho: cuatro años.
¡Qué
alivio!
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